sábado, 5 de septiembre de 2009

Una leccion de vida

Una tarde Dianita, la abuelita del Fuchis, a quien este adoraba por ser tan cariñosa y entregada con el, le preguntó “Fuchis, hijito ¿que quisieras que te compre, un ATARI, o un colchoncito para tu cama?, la moda del ATARI (Video juego muy conocido en los 80’s en Lima) estaba en su apogeo, todos los chicos bien acomodados tenían uno, en las ferias de barrio, por la suma de 10 intis (Moneda usada en esa época) te dejaban jugar 5 minutos con un ATARI, las colas eran muy grandes, pero las hacían ansiosos de jugar con el novedoso aparato, “Un ATARI” contestó El Fuchis, Dianita sonrió, haciendo un gesto aprobatorio con la cabeza.

El Fuchis no lo podía creer, tendría su ATARI la tarde siguiente, invitaría a su amigo Rogelio a jugar con el, estaba muy emocionado, Dianita era jubilada, y cobraba una pensión que apenas le alcanzaba para satisfacer sus necesidades, las de sus hijos, y nietos a los cuales adoraba, el ATARI, costaba muy caro por ser un aparato novedoso en el mercado del entretenimiento, Dianita no podía comprarlo, ella pensaba que estaban mas baratos, pero le quedaba la otra alternativa, el colchón del Fuchis, así que se dirigió a la Galería Viacava en el Callao, y compró un colchón de plaza y media, de los mas baratitos, esos que vienen llenos de paja y resortes oxidados, pero que bien forrados y maquillados, parecen los mismos colchones de marca que venden en los Supermercados mas caros de Lima, Dianita había gastado así su pensión mensual, ilusionada que El Fuchis se alegraría del regalo, sin pensar que había gastado sus ahorros, por que los había invertido en su único nieto varón, en su “Chirrin”, como le llamaba ella, llamó un taxi y se dirigió a casa del Fuchis, con una sonrisa en el rostro, sonrisa que El Fuchis no ha podido encontrar en otra persona hasta el día de hoy, una sonrisa que mas que alegría contagiaba ternura, ganas de ser feliz, Dianita, mi amada Dianita, estabas tan feliz, tan contenta…

En la casa El Fuchis estaba sentado en el sofá de marroquí que tienen hasta el día de hoy, ansioso por la llegada de su ATARI, por fin lo tendría, por fin jugaría con el sin tener que pagar nada, el momento llego, Dianita bajó del taxi y tocó el timbre de la casa del Fuchis, este abrió la puerta rápidamente, y vio a su abuelita con las manos vacías, “Abuelita ¿Y mi ATARI?”, Dianita sonrió, y le dijo, “Chirrincito, hijito, no me alcanzó para el ATARI, pero mira lo que te traje, ¡Tu colchoncito!, esta lindo ¿no?, mira tu colchoncito, papito”, El Fuchis retrocedió un par de pasos, y grito de manera descontrolada “¡¡Pero tu me prometiste mi ATARI, yo no quiero un colchón, eres mala ¿Por qué me prometiste mi ATARI, si no me lo ibas a traer?, yo quiero mi ATARI no ese colchón feo, mi ATARI, mi ATARI!!, El Fuchis entró corriendo a la casa, subió las escaleras del ático y se hecho a llorar en la cama que había en el, estaba desilusionado, molesto, furibundo, Dianita con los ojos llenos de lagrimas, bajo el colchón con ayuda del taxista, y de Santana la madre del Fuchis, “Tranquila Dianita, muchas gracias, mas bien disculpe al Fuchis usted sabe como son los niños”, Dianita solo movió la cabeza, “Ya regreso hija”, y salio a la calle a dar una vuelta aun con lagrimas en los ojos.

La madre del Fuchis le llamó la atención, “Deberías sentirte avergonzado, tu abuelita con tanto esfuerzo sacrifica su platita por darte un gusto y así le pagas, ¿Tu sabes cuanto ha gastado en tu colchón?, y todo para que duermas mejor y mas tranquilo, y así le pagas, así agradeces su esfuerzo, ya la hiciste llorar, ¿Estas contento? El Fuchis, entendió, estaba equivocado, esperó a Dianita, abrazó y le dijo “Abuelita, gracias por mi colchón, te quiero Dianita”, ella lo abrazo y sonrió de nuevo, esa sonrisa era capaz de borrar cualquier recuerdo malo, cualquier molestia, era una sonrisa celestial, los años pasaron, una tarde de Enero del 96, Dianita dejo al Fuchis, victima del Cáncer, el peor día de la vida del Fuchis hasta el día de hoy, no pudo despedirse de ella, decirle que la amaba, y que lo perdonara por las ingratitudes cometidas, pero de ese día hablare luego.

El Fuchis hoy tiene a Andrea, su hija de 7 añitos, un Domingo de Agosto del 2009, al festejarse el día del niño, Andrea le preguntó a su abuela doña Santana, “Mamita, mañana es el día del niño, ¿A dónde me vas a llevar?”, Doña Santana miró al Fuchis, y luego le dijo, “Ya hijita, hay tengo una platita que estaba guardando, pero mañana te llevo al Coney Park (Centro de diversiones para niños), para que juegues, ¿Ya?”, El Fuchis intervino, “Ya vas conmigo y yo también te compro tickets para que juegues”, Andrea sonrió contenta por la promesa de su abuela, el día llegó Andrea se levantó temprano, despertó a su abuela, y al Fuchis, para que preparen el desayuno, se bañasen e hicieran sus cosas temprano, y poder llevarla al Coney Park, así paso Andrea llegó al Coney con su abuela y su papá, Doña Santa compró una oferta que traía entradas para 10 juegos mecánicos, mientras que El Fuchis compró 20 fichas para maquinas de juegos, jugaron, se rieron, recuerdo que la abuelita de Andrea, subió con ella al Gusanito, por insistencia de Andrea, ya finalizada la jornada, Doña Santana comentó, “Andreita no sabes lo que te he cocinado, hijita, tu plato favorito, tu “revueltito”, (Plato arequipeño, muy parecido al lomo saltado pero con huevo y que a Andrea le encantaba), El Fuchis apenas escucho revuelto sintió como la boca se le hacia agua, es un plato delicioso, pero trabajoso, pero Doña Santana lo había preparado con mucho cariño para su Andrea, “Pero mama, yo quiero ir al Mc’ Donalds, y que me compres mi cajita feliz”, Doña Santana miró al Fuchis, y le dijo “Cholo ¿y ahora? ya me gaste todo lo que tenia en los juegos de la bebe” El Fuchis la tomó del hombro y le dijo, “Viejita, tu ya gastaste todos tus ahorros, en la casa esta la comida ya preparada, vamos no mas, ya otro día traeré a Andrea a comer”, al escuchar esto Andrea hizo un puchero, El Fuchis dijo “bueno ya, para que quede de recuerdo, Andrea ponte con tu abuelita para tomarles una foto”, Doña Santana tomó a Andrea, la abrazó, pero esta no dejaba de llorar, “No ya no quiero nada” dijo doña Santana, con un rostro triste, El Fuchis vio en su madre, el rostro de Dianita, el día que le compró su colchón”, salieron del local y tomaron el autobús con destino a la casa, Andrea se durmió en el camino, al llegar a casa, Andrea entró en el cuarto del Fuchis y le preguntó “¿Papi me prendes la computadora para jugar?, “Andrea, siéntate a mi lado, tenemos que hablar” dijo El Fuchis con tono enérgico, este le contó la historia de Dianita y el colchón, para concluir diciendo “El rostro triste de mi abuela, y sus lagrimas son algo que nunca me perdonare, hija tienes que aprender a valorar todos los esfuerzos que tu abuela hace para criarte y engreírte, ya que ella no tiene ninguna obligación contigo, pero por lo mucho que te ama se sacrifica por ti y tu no tienes por que pagarle así” Andrea salió del cuarto del Fuchis, abrazó a su abuela y le pidió perdón, su abuela la abrazó le dijo lo mucho que la quería, para luego llevarla a su cama y hacerla dormir.

Esta historia, tiene un mensaje amigo lector, un mensaje que yo aprendí, en esta vida debemos aprender a valorar lo que nuestros padres, amigos o cualquier persona nos da, por que cada cosa tiene un valor agregado hacia ti, los esfuerzos que las personas hacen por nosotros, merecen se pagados con gratitud y reciprocidad, esta es una lección que Dianita le dio al Fuchis, y que yo te doy ahora, para que la trasmitas a tus seres queridos, y sobre todo para que tomes conciencia, de lo importante que es ser agradecido con los demás, por pequeño que sea el detalle que te ofrezca, desde algo material, hasta una simple sonrisa, a tu salud Dianita, Dianita la dulce, la que nos cuida desde el cielo.

Arturo.

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